¿Qué es la sobrecarga férrica?
Para entenderlo, primero debes saber qué es el hierro. Este es un elemento esencial para el buen funcionamiento del organismo que se encuentra en los glóbulos rojos. Normalmente, lo obtenemos de los alimentos de origen animal y enriquecidos como la carne, el pescado o lo cereales.
Nuestro cuerpo se encarga de que el hierro circule continuamente y llegue a todos los órganos y tejidos. De esta forma, se consigue una mejor respiración, se proporciona energía y contribuye a tener un sistema inmune eficaz.
Cuando hay un exceso de hierro, este se almacena para usarse más tarde. Sin embargo, cuando el cuerpo supera la capacidad que puede almacenar de forma segura, empieza a acumularse en el hígado, las glándulas endocrinas y el corazón y da lugar a lo que se conoce como sobrecarga férrica.
¿Quiénes pueden tener sobrecarga férrica?
Las personas afectadas por un grupo de enfermedades que se conocen como síndromes mielodisplásicos (SMD) son habitualmente quienes son más propensas a desarrollar esta patología.
Los SMD son un tipo de cáncer de la sangre que afecta a la producción de células sanguíneas. Ya sea porque no se producen suficientes o porque no funcionan como deberían, las personas con alguno de estos síndromes presentan menor número de células de las que se consideran normales.
En el caso de que el síndrome mielodisplásico afecte a los glóbulos rojos, se puede producir anemia y, por tanto, son necesarias transfusiones de sangre para aumentar los glóbulos rojos en el organismo.
Estas transfusiones repetidas proporcionan al cuerpo un exceso de hierro por encima del que tiene el organismo habitualmente, lo que provoca inevitablemente la sobrecarga férrica crónica, ya que el organismo no tiene mecanismos naturales para eliminar este exceso de hierro.
Esto se debe a que, mientras que en una dieta sana se ingieren entre 1 y 2 mg de hierro, en una transfusión de sangre se absorben aproximadamente 200mg1.