La Enfermedad de Células Falciformes (ECF), también conocida como anemia falciforme, es una enfermedad hereditaria de la sangre, que se transmite por los genes y afecta a la producción de hemoglobina.
La hemoglobina es una proteína presente en los glóbulos rojos, las células de la sangre encargadas de transportar el oxígeno desde los pulmones a todas las partes del cuerpo. En una persona con ECF, la presencia hemoglobina falciforme, hace que los glóbulos rojos tengan una forma curvada y rígida.
Además, debido a su forma, los glóbulos rojos falciformes no pueden fluir libremente por los vasos sanguíneos y pueden atascarse en los vasos sanguíneos, ralentizar o bloquear el flujo sanguíneo a distintas partes del cuerpo. En consecuencia, el oxígeno no llega a todos los tejidos y órganos del cuerpo, lo que puede causar diferentes tipos de problemas.
Una de las complicaciones más frecuentes asociadas a la ECF es el bloqueo del flujo sanguíneo y por lo tanto, la falta de oxígeno en algunos tejidos y/u órganos. Esta falta de oxígeno puede causar un dolor muy fuerte, denominado crisis de dolor o crisis vasooclusiva. La gravedad, duración y frecuencia de estas crisis varía según las personas.
En estas crisis se puede sentir dolor en cualquier parte del cuerpo y es posible que en más de un lugar a la vez. A menudo ocurre en:
- Brazos y piernas.
- Abdomen.
- Tórax.
- Manos y pies (más típico en niños pequeños).
- Zona lumbar.
La ECF, debido al bloqueo del flujo sanguíneo o vasooclusión, pueden conducir a complicaciones agudas y crónicas, como lesiones e insuficiencia en distintos órganos como el bazo, el cerebro, los ojos, los pulmones, el hígado, el corazón, y otros.
Por eso es muy importante hacer un correcto seguimiento de cada crisis, no sufrirlas en casa y buscar ayuda profesional siempre que sea necesario. De cara al óptimo seguimiento y abordaje de los profesionales sanitarios, se aconseja seguir un diario de complicaciones para que el médico pueda conocer y tomar las decisiones correctas frente al abordaje terapéutico.
Cada crisis vasooclusiva cuenta, tanto a nivel emocional para el paciente, como a nivel clínico de cara a la protección del daño que puede hacer la evolución de la patología a los diferentes órganos.