La DMAE es una enfermedad común que afecta la retina y en mayor medida a las personas mayores de 50 años. Alrededor de 680.000 personas en España tienen Degeneración Macular Asociada a la Edad y 3 millones tienen factores que los predisponen a padecerla. Sin embargo, existen dos tipos de DMAE con una prevalencia muy diferente. Te damos las claves para diferenciarlas:
La DMAE seca (o atrófica) es la forma más frecuente y se da en un 90% de los diagnosticados1. Si es este tu caso, debes tener en cuenta que la progresión de la patología es lenta y no es frecuente que se pierda la visión por completo.
En este caso, la pérdida de visión se produce por la degeneración de las células nerviosas, sensibles a la luz, presentes en la mácula. A medida que se van perdiendo estas células, la DMAE empeorará e irá apareciendo el punto borroso en el centro de tu visión característico de la enfermedad. Es posible que progresivamente vayas experimentando problemas como que necesites más luz para leer o que te cueste reconocer las caras de las personas.
La degeneración macular seca tiene tres etapas
Una temprana, en la que no hay síntomas aún de pérdida de visión, pero sí aparecen pequeñas o medianas drusas, que pueden ser detectadas por tu oftalmólogo; intermedia, en la que se comienzan a apreciar los primeros síntomas y muchas drusas de tamaño mediano, o una o más drusas grandes; y avanzada, en la que el punto borroso central puede agrandarse y oscurecerse, opacando tu visión central.
La DMAE húmeda (o exudativa) sólo afecta a un 10% de los pacientes1. Este tipo de DMAE es provocada por el nuevo tejido que se forma en la retina, llamado membrana neovascular. En muchos casos el ojo expulsa líquido o sangre, de ahí que se la denomine “húmeda”. Esta forma, además, es más agresiva y comporta una pérdida de visión total en poco tiempo. Así pues, es importante que tu médico comience a tratarte cuanto antes para evitar un mayor deterioro.
En ocasiones, la DMAE seca en estado avanzado puede derivar en DMAE húmeda. No obstante, a día de hoy, no es posible predecir con exactitud la evolución de esta patología. Por ello, el diagnóstico precoz por parte de tu médico puede ayudarte a controlarla mejor y regular su progresión.