Para diagnosticar la DMAE, el principal instrumento que usan los oftalmólogos es la rejilla de Amsler.
Esta prueba es muy sencilla: con un ojo tapado, el oftalmólogo te pedirá fijar la vista en el punto negro situado en el centro de la rejilla. En el caso de que veas las líneas de alrededor (que son rectas) con forma ondulada o no veas algunas de las líneas, es un indicador de que tu caso puede ser DMAE. Sin embargo, para un diagnóstico definitivo tu médico deberá completar este test con otras pruebas diagnósticas.
Entre las pruebas más habituales que tu oftalmólogo puede usar probablemente incluya una revisión en profundidad tras ponerte unas gotas que dilaten tus pupilas. Una vez dilatadas, con la ayuda de diversos instrumentos y lentes, podrá determinar el estado de tu nervio óptico, retina y de los vasos sanguíneos oculares. Los cambios en estos elementos o el engrosamiento de la mácula son signos que confirmarán o no la de presencia de DMAE.
Algunos médicos también usan ondas de luz para observar la retina, fotografías del fondo del ojo o un tinte, que, posteriormente, examinan con una cámara para observar el flujo sanguíneo del ojo.
En todo caso, aunque no hayas detectado síntomas, es recomendable realizar una visita anual al oftalmólogo para que revise el estado de tu visión y realice las pruebas diagnósticas y tratamientos que considere más adecuados. Estas revisiones que te ayudarán a prevenir posibles problemas futuros de visión, sobre todo si tienes más de 50 años o sufres alguno de los factores de riesgo. Encontrarás los factores de riesgo de padecer DMAE en la sección Existen factores de riesgo de padecer la DMAE .