La psoriasis es una enfermedad de la piel que no es posible prevenir ni evitar su aparición. Suele causar picazón o parches dolorosos de piel que se han engrosado y enrojecido con escamas plateadas. Suele aparecer en los hombros, las rodillas, el cuero cabelludo, la espalda, la cara, las palmas de las manos y las plantas de los pies, pero también puede presentarse en otras partes del cuerpo. Ocasionalmente, también afecta a las articulaciones.
Su causa es un problema en el sistema inmunológico. Éste produce más de una docena de proteínas llamadas citoquinas, que actúan como “mensajeros” coordinando la comunicación entre las células inmunes cuando se produce una infección. El aumento del nivel de estas citoquinas en la piel, puede desencadenar una respuesta inmune, incluso sin que haya amenaza de infección, provocando síntomas como picor y enrojecimiento. Además, este incremento de citoquinas, le indica a la piel que debe generar nuevas células más rápido de lo normal, dando lugar a síntomas característicos de la psoriasis como el engrosamiento cutáneo y las placas (escamas).
La psoriasis puede persistir por mucho tiempo, incluso durante toda la vida y aunque afecta sobre todo a adultos, puede aparecer a cualquier edad, incluida la infancia. Asimismo, no se trata de una afección hereditaria, pero existe una predisposición genética a padecerla. No obstante, también son necesarios determinados factores desencadenantes y que empeoran sus síntomas, tales como infecciones, estrés, piel reseca o incluso ciertas medicinas.
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