Cómo afrontar el empleo cuando tienes una enfermedad crónica

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Cuando te diagnostican una enfermedad crónica, tras el impacto inicial, comienza el camino para que tu vida se adecúe a esta nueva condición. Algunas patologías requieren de la persona una atención y cuidado constantes para mantener una buena calidad de vida, pero otras, obligan a hacer cambios importantes en la vida en general y, sobre todo, en la vida laboral.

Si ya te han diagnosticado alguna de estas patologías, puedes leer en estos artículos los datos sobre empleabilidad en España para cada una de ellas y los consejos de algunos expertos para afrontar el empleo:

Asimismo, existen algunas recomendaciones comunes a todas las patologías crónicas y que te pueden ayudar a afrontar la búsqueda de empleo, si no lo tienes; a abordar tu nueva situación con una patología crónica en tu puesto de trabajo actual; o bien, replantearte una nueva salida profesional, si tu enfermedad te limita o te impide desempeñar tu empleo con normalidad.

  1. Si ya tienes empleo, en primer lugar, debes plantearte si es necesario comunicar en tu entorno laboral tu situación. En estos casos, no existe una recomendación común. Es una decisión personal, que deberás tomar en función de tu preferencia personal y de las necesidades de tu patología. Además, en el caso de algunas patologías altamente discapacitantes o que requieren de adaptaciones importantes en el puesto de trabajo, deberás tener en cuenta que para que esas adaptaciones sean posibles tendrás que solicitarlas a tu empleador.
    Si estás en búsqueda activa de empleo, también es una decisión personal, si decides comunicarlo a la empresa contratante o no. Algunas compañías cuentan con puestos de trabajo específicos para personas con patologías crónicas o capacidades diferentes con el fin de lograr su integración en el mercado laboral, por lo que te exigirán disponer de un certificado de discapacidad para acceder al puesto de trabajo. En todo caso, debes ser tú quien decida si haces pública tu condición o no.

  2. Compartirlo con tus compañeros de trabajo. Igualmente, esta es una decisión personal: tú decidirás si estás preparado para contarlo o no. Si decides hacerlo, se recomienda que expliques tu nueva situación comenzando por los síntomas y cómo es la enfermedad, así como, explicando cómo te sientes en tu nueva situación. En ocasiones, comenzar con “me han diagnosticado espondilitis anquilosante”, puede provocar un shock entre tus colegas de trabajo, si no conocen la patología. Al principio, es normal que estén más pendiente de ti y que ‘te miren distinto’, pero con el tiempo, verán que sigues siendo la misma persona.

  3. Explica tu situación laboral a tu médico. En ocasiones algunos tratamientos o visitas al especialista o al hospital, pueden obligarte a que te ausentes del trabajo o a realizar largos desplazamientos. Si tu médico conoce tu situación laboral, te podrá dar algunas recomendaciones y, siempre que sea posible, buscará la mejor manera de que puedas compaginar tu tratamiento con tu empleo.

  4. Tanto si tienes empleo como si no, pide ayuda para abordar tu nueva situación. En ocasiones, tu enfermedad puede no ser un impedimento en tu trabajo, pero necesitarás adaptar ciertos aspectos o, incluso en algunos casos, cambiar tu orientación profesional. A nivel regional y local, existen orientadores sociales y laborales que te pueden ayudar a reconducir tu profesión en caso necesario. También las asociaciones de pacientes pueden orientarte en este sentido.

  5. Adapta tu entorno laboral y solicita flexibilidad. Tanto si aparece un brote de urticaria, que te puede impedir asistir ese día a una reunión, como si te levantas con un alto nivel de fatiga y no puedes conducir o acudir a tu trabajo normalmente, tendrás que comentarlo con tu jefe o el departamento de recursos humanos de tu empresa para buscar la manera en que puedas desempeñar tu trabajo. Bien sea flexibilizando tu horario o trabajando desde casa, si es posible; existen alternativas para algunas profesiones que te pueden facilitar el día a día.

  6. Sé organizado. Cuando tienes una patología crónica debes ser consciente de que, si los síntomas empeoran o tienes que acudir al médico, habrá tareas que debas aplazar o incluso delegar. Si planificas tus tareas con antelación, te será más fácil gestionar tu día a día y no frustrarte si no llegas a algo.

En cualquier caso, no es sencillo abordar el empleo con una enfermedad crónica, de hecho, es frecuente que las personas en esta situación tengan dificultades para mantener su empleo o encontrar trabajo. No obstante, debes pensar en positivo y no dejarte llevar por las dificultades que siempre surgen ante cualquier cambio. Piensa que, ante situaciones complicadas, a veces somos capaces de hacer cosas que ni siquiera sabíamos que podíamos hacer. Así que no tires la toalla, ve paso a paso adaptándote y ¡sigue adelante!

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